12-01-2014
Hoy estoy de cumpleaños...
mis 65 años. Definitivamente es un día especial. Claro que siempre deseamos
llegar a la senectud con salud pero después de tanto ir y venir en esta vida,
creo que el hecho de estar con una vida activa merece una celebración mayor.
Gracias a dios!
Para celebrarlo he
invitado a mis familiares más cercanos. Estamos reunidos frente a este hermoso
mar que nos reconforta con su aroma de agua salada y arena. Charlamos sobre todo
lo que se nos ocurre. Pero más allá del bienestar que siento por esta situación
me invaden una serie de pensamientos reflexivos que no puedo dejar de expresar.
Primeramente me
reconforta ver como todos los que estamos reunidos, tenemos una vida en la que finalmente
podemos decir que somos felices!! La felicidad que tanto buscamos desde hace
mucho tiempo atrás la encontramos más recientemente en el país que nos vio
nacer y, lo mejor, es que cada quien la encontró a su manera con sus
capacidades y siguiendo sus sueños...
Hace poco más de 30anos
mis hermanas fueron en busca de un mejor futuro para sus familias en Europa y yo
vivía en Brasil, mientras mi hermano y mis padres (que ahora cuentan más de 90 años)
continuaban sobreviviendo en nuestra querida Venezuela. Era muy difícil
reunirnos y las pocas veces que pudimos hacerlo siempre terminamos en largas
despedidas en algún aeropuerto caótico del país. Evidentemente la principal dificultad para
reunirnos era que había que ahorrar para esos viajes tan largos y en un país
donde la moneda valía <10% de lo que oficialmente se anunciaba, la prioridad
era ayudar a quien más lo necesitaba.
Hoy me complace mucho
saber que nuestro país es diferente y que lo que ha cambiado y continua
cambiando principalmente es la forma como percibimos nuestra venezolanidad...
Definimos como queremos vivir en nuestro país y lo construimos día a día.
Sufrimos mucho para
llegar hasta aquí. La historia de Venezuela contemporánea comenzó en el año
1989, después del Caracazo. Sin embargo, creo que lo que más nos marcó como
ciudadanos fueron las consecuencias que sufrimos por haber querido incorporar
una ideología ya condenada por la historia del mundo durante casi 20 años
(1999-2019) y créanme… es mucho lo que aprendimos.
Aprendimos a entender la
política sin desvincularla de la economía y como los aspectos sociales son determinantes para escribir
nuestra propia historia. Aprendimos que el poder no puede estar en manos de una
figura y que no podemos tener el país de lo posible, si personalizamos la solución
y no nos hacemos parte de ella. También entendimos que un país no se construye
con amenazas, aislamientos, exclusiones o hasta declararle la guerra a muerte a
quienes piensan diferente, sino que la búsqueda por puntos de encuentro es
fundamental para que prevalezca la democracia y especialmente para que exista
la felicidad como consecuencia de la prosperidad que buscan todas las personas.
Al final todos queremos ganar y en esa negociación que responde a cómo queremos
vivir debe aplicarse aquel viejo concepto de ganar-ganar.
Por esos años, durante
cada elección fuimos consultados para verificar cual camino elegir y aunque
debo reconocer que existió una legitimidad en los cambios sufridos para iniciar
el milenio del 2000, las personas que fueron elegidas, no entendían el daño
enorme que hacían cuando, en la práctica, colocaban las instituciones políticas
y económicas a merced de su poder ejecutivo para generar cada vez más exclusión.
Después de largos años
de “matarnos a nosotros mismos”. Las personas que han venido liderando al país han
visualizado los puntos de encuentros que tanto hacían falta. Fue muy difícil
durante los primeros 5-10 años, pero al final chavistas, opositores y “ni-ni” entendieron
que el camino para ser feliz es justamente aceptar las diferencias y generar la
confianza necesaria entre las personas y
en las instituciones para poder vivir en paz y armonía. Todos los eventos trágicos
que vivimos agregaron discusiones a nuestro día a día y pudimos ver con otros
ojos (con la objetividad necesaria) nuestra triste realidad y nos decidimos a
cambiarla.
Hoy veo con mucho
agrado como mis hijos, mi sobrino Isod y mis sobrinas Bárbara y Jeisbel
comienzan a tener sus familias con una expectativa de vida de mayor calidad que,
la que teníamos nosotros, cuando ellos nacieron o cuando estaban creciendo. También
me agrada la idea de que no se quieren ir del país, porque saben que aquí
encuentran lo que necesitan para ser felices. Además, no queremos que nuestros
hijos y nietos vivan lo que hemos vivido cuando vivimos fuera de Venezuela.
En la primera década de
estos últimos 30anos, se realizaron consultas a todos los sectores de la
sociedad para entender mejor como es el país en el cual queríamos vivir y como deberíamos
construirlo. Desde ese entonces muchas cosas cambiaron. Por ejemplo, hace
muchos años se viene implementando el modelo de escolaridad infantil con dedicación
al 100% para niños menores de 10anos de forma que antes de los 7-8anos ellos
consigan leer, escribir y entender lo que leen. Especialmente la música y las
artes han ganado un espacio inigualable e
en términos de formación ciudadana. Habían muchos intentos para hacer
esto pero finalmente conseguimos hacerlo de forma efectiva. Todo esto, seguido
de un sistema de educación media y superior que inspira principalmente la
creatividad, innovación, liderazgo y empendimiento sin dejar de lado la medición
continúa del impacto de sus obras en la sociedad y el ambiente. Evidentemente
se despolitizo la educación y los profesores fueron mejor preparados y valorados
por lo que hacen: enseñar y no apenas instruir. También la calidad de nuestra educación
le ha quitado espacio al ocio y ha permitido que el porcentaje de escolaridad
de los jóvenes en edad escolar sea de >70% y continua creciendo.
El plan de las
orquestas sinfónicas juveniles se extendió a nuestro folclore generando
festivales impresionantes donde vemos como cada joven integra para sí el
sentido de pertenencia de su región.
Los médicos orgullosamente
asumieron su función social y, conjuntamente con las políticas de incentivo por
parte del poder ejecutivo han promovido la creación de un sistema de salud fortalecido
y de calidad al servicio de los venezolanos sea cual sea la condición social de
los ciudadanos.
De la misma forma, los
ingenieros, arquitectos, economistas, universitarios, juristas, científicos, etc.
se han incorporado a lo que se llama el “Comité Independiente por la
Prosperidad de Venezuela”, la cual es una de las instituciones más respetada de
nuestra sociedad. De hecho las organizaciones políticas giran en torno a
propuestas que están ligadas al cumplimiento de las metas de mediano y largo
plazo que genera dicho comité. Esto ha permitido la reconstrucción de nuestro
parque industrial y también algo que hemos estado buscando desde la década de
los ’30: Sembrar el petróleo.
La siembra de nuestro
petróleo ha repercutido en numerosas áreas como turismo, educación de calidad,
agricultura, ganadería, innovación, ciencia, arte, cultura y obras públicas de
gran envergadura que garantizan los servicios básicos de la nación. Los jóvenes
de hoy en día pueden soñar en vivir de su talento y vocación porque existe un
ambiente de incentivo por crear, servir y aportar. Pero, lo que más me enorgullece
es saber que estos planes no han sido interrumpidos en los últimos 20anos por
las personas que han ejercido el poder ejecutivo. Estas personas han llegado al
poder apoyados por diferentes partidos políticos, pero el plan del país que
decidimos adoptar todos juntos es mucho más importante y fuerte que la simple
llama que enciende el poder de la silla presidencial. Los últimos 4 gobiernos
han dado una continuidad inédita a las obras más importantes del país y eso
merece un aplauso y la celebración de todos. Como consecuencia nuestra balanza
comercial es positiva y continua creciendo desde hace 10 años. Adicionalmente
nuestro PIB no está conformado e influenciado apenas por los precios del
petróleo. El petróleo continúa ocupando el primer lugar, pero ahora apenas con
un 70% del PIB. El camino es que el petróleo aporte apenas el 50% del PIB y que
el restante sea aportado por todos los sectores del parque industrial venezolano.
En materia de
seguridad, hemos vencido un gran enemigo: La impunidad. Evidentemente al inicio
de este proceso hubo la necesidad de enfrentar nuestra realidad de una forma
contundente con planes de pacificación en los lugares de mayor criticidad. Las
instituciones del poder judicial prácticamente han sido renovadas y han
entendido que el camino a la estabilidad social es mantener el orden, la ética
y nunca más han vuelto estar a la orden de un presidente o un partido político.
Al contrario, muchas personas que han querido volver a las instituciones
excluyentes han sido penalizadas de forma severa por nuestro poder judicial. Por
otro lado, nuestros presos han sido co-partícipes y útiles en este proceso de renovación
del país. Con esa mano de obra de jóvenes entre 15-25anos hemos conseguido
recuperar buenos talentos, sobre la base de la regeneración útil de sus valores
y el trabajo. Y además, como mencioné anteriormente, ejecutar las obras de mayor
envergadura.
Las familias
venezolanas se unen cada vez más. Desde hace mucho tiempo las diferencias políticas
no separan a nuestras familias como ocurría anteriormente, al contrario: el
enfoque en puntos de encuentro sobre estas diferencias alimentan las
instituciones de base como asociaciones de vecinos, juntas parroquiales,
municipios, estados y finalmente al país. El poder político se ha distribuido
de forma democrática y cada vez más descentralizada. Ahora no es caracas quien
determina el destino del país y la distribución de recursos, sino que cada
municipio es el responsable por su respectivo destino en materia de servicios públicos,
recibiendo los recursos que su propio municipio genera. Evidentemente
mantenemos una centralización de los recursos necesarios para promover los
cambios en los estados y por tal motivo cada estado recibe los recursos
concernientes al plan de la nación en virtud de su papel estratégico en ese
desarrollo.
Estamos en el año 2049
y nuestros índices son la consecuencia directa de nuestras acciones. Por tal
motivo, creo que podemos sentirnos orgullosos de ser venezolanos y participes
de nuestros resultados.
El camino es aún muy
largo, pero reconfortante. Nadie es más grande que la suma de los talentos,
ideas y aportes de todas las personas que conforman un país.
Hoy cumplo 65 años y
disfruto a mi familia, a mi país, y estoy súper orgulloso de aportar mis nobles
conocimientos a las instituciones educativas desde hace más de 10anos.
Ahora me despido... con
el corazón lleno del deber cumplido y mejor retorno a mi fiesta de cumpleaños.
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